viernes, 3 de enero de 2014

LOS "VERDADEROS" REYES MAGOS
(1-3-14-2:00PM)
Por Esteban Fernández 
Según la Biblia en el Evangelio de Mateo: Nace Jesús en los días del rey Herodes, a Belén de Judea llegaron unos magos montados en unos camellos indagando: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?" Vieron al niñito junto a su madre Maria, se postraron, lo adoraron y abrieron sus tesoros, le ofrecieron regalos, incienso y mirra. 
Y de ahí salto al año 1950, al momento en se terminó mi inocencia. El lector puede cambiarle el año pero todos podemos responder a la pregunta: "¿Cuándo se acabó tu candidez?" de la misma nostálgica forma: "El día en que cada cual descubrió la inexistencia actual de Los Tres Reyes Magos". 
El culpable siempre era un indiscreto muchacho tres o cuatro mayor. Con un tono entre misterioso y burlón  nos dice: “¡Chico, no seas tan tonto, los Reyes Magos existieron y le llevaron regalos al niño Jesús, pero ahora los Reyes Magos son tus padres los que mantiene viva esa bella tradición!”... Eso era peor que un batazo en plena frente. 
Lo miramos con una mezcla de sorpresa y de desconfianza. Estamos seguros que “nos están corriendo maquina”, que “nos están tomando el pelo” y es una de las primeras veces en que usamos el término “¡tu’taloco!” para responder a esa barbaridad que nos cae como una patada en la cabeza. Detestamos por largo rato al que ha intentado engañarnos con esa soberana mentira. 
Acto seguido comenzamos a “atar cabos” y a recordar una serie de momentos y acontecimientos previos al 6 de enero que de pronto se agolpan en nuestros cerebritos y ahora nos parecen extremadamente sospechosos. 
Con pavor nos viene a la mente que aquella bicicleta tan linda que nos trajeron Gaspar, Melchor y Baltasar nos pareció verla en diciembre escondida en el traspatio de la casa. En aquel entonces no les dimos importancia, pero ahora empezamos a ver la realidad. Estamos descubriendo una gran verdad que en realidad nunca hubiéramos querido descubrir. 
Nos llenamos de valor y decidimos enfrentar a nuestros padres. Les decimos: “¿Ustedes saben lo que insinúa Pedrito el que vive en la calle Soparda?”. Y cautelosos añadimos: “Dice que ustedes son los Reyes Magos”.
Nerviosos los padres comienzan a tartamudear: “¡Ah, no le hagas caso al zangaletón de Pedrito, es un mentiroso que se está burlando de ti!”... Y donde nos convencen es cuando nos dicen: "Chico, si fuera verdad lo que dice ese verraco amigo tuyo entonces ¿dónde tenemos escondidos los camellos?"...Nos sonreímos y contentos decimos: “No, no, no se preocupen yo sabía que eso era un paquete”. Y prácticamente nos peleamos con el muchachito que trató de echarnos a perder la mejor parte de las Navidades. Momentáneamente lo detestamos.  
Pero ya la semilla de la duda fue sembrada en nuestras mentes. Y evitamos por todos medios dormirnos la noche donde supuestamente llegarían los Reyes. Los padres pasan más trabajo que un forro de catre para poder depositar los regalos en las salas de las casas.  
Entonces sólo es cuestión de meses darnos cuenta de toda la verdad. Y al descubrirlas se desarrolla un proceso que va desde “hacernos los bobos y que no sabemos nada” para seguir recibiendo juguetes, después pasamos a sentirnos engañados por nuestros padres, y terminamos agradeciendo eternamente no solamente los obsequios sino todos los esfuerzos que tuvieron que hacer para mantener latente nuestra inocencia. El 6 de enero perfectamente bien pudiera llamarse- además del Día de los Reyes Magos- el verdadero Día de los Padres.